GLOSARIO

El análisis de género es una pre-condición básica para incorporar la perspectiva de género a los proyectos, programas e instituciones. En un análisis de género se observa el contexto de un proyecto con “lentes de género” y se procede a realizar un análisis de los problemas y necesidades, identificando las miradas diferenciadas de mujeres y varones en relación a sus problemas específicos, sus objetivos y sus potenciales. Su característica principal es una diferenciación entre las necesidades prácticas cuyo logro asegura la satisfacción de las necesidades básicas y los intereses estratégicos que apuntan a la transformación estructural de la sociedad superando las desigualdades basadas en género.

El análisis de género ha sido definido como un mínimo estándar para todos los programas de desarrollo de Mission 21.

El empoderamiento de las mujeres es un proceso de largo plazo que se inicia en el ámbito personal mediante el desarrollo de una autoimagen positiva, confianza en las propias capacidades y agencia (aspiraciones y recursos que las mujeres tienen para decidir sobre sí mismas) continúa en el ámbito de las relaciones cercanas a través de la habilidad para negociar e influenciar las relaciones familiares,(relaciones sociales) y se expande hacia una dimensión colectiva en la que las mujeres construyen estructuras organizativas suficientemente fuertes para lograr cambios sociales y políticos.

(Basado en “Global research framework for care’s strategic impact inquiry on women’s empowerment.” Disponible en inglés.)

El enfoque de género está orientado a observar, estudiar y transformar las diferencias culturales, económicas y políticas en la construcción de la condición y posición de mujeres y hombres, niñas y niños y diversidad sexual que generan desigualdades y se expresan en situaciones de discriminación y
exclusión social. El enfoque de género no elige trabajar solo con mujeres dejando fuera a otras personas que se encuentran en condición de discriminación; el enfoque de género permite dar cuenta que en cualquier situación de discriminación e injustica, ya sea por vulneración de derechos por razones étnicas, etarias, de clase u otras, la condición de ser hombres, mujeres y diversidad sexual determinará el cómo esas discriminaciones e injusticias se manifiestan en la práctica.

Apunta a un trato imparcial de mujeres y hombres y diversidad sexual
según sus necesidades respectivas ya sea con un trato idéntico o uno diferenciado según diferentes circunstancias. La equidad es un principio complementario de la igualdad y tiene respecto a ella un carácter instrumental, ya que contribuye a su logro.

Una de las definiciones de género más difundida incluye la diferenciación entre sexo y género. Mientras sexo se refiere a las características biológicas y sus diferencias, el género alude a cómo esas diferencias biológicas son construidas social y culturalmente.

Se refieren a la posición que se ocupa dentro de la estructura de poder de una sociedad, centrándose en las normas y tradiciones sociales y culturales que determinan dicha posición. Implican una redistribución equitativa de roles, responsabilidades, recursos y poder entre mujeres y hombres y tienen, por lo tanto, una proyección más a largo plazo, con el objetivo del cambio social y el empoderamiento de las mujeres.

Permite analizar cómo las identidades sociales basadas en el género,
edad, etnia, clase, etc., se encuentran presentes y cruzadas en una sola persona, generando diferentes tipos de discriminación compuesta. Por ejemplo, se es mujer en una sociedad determinada, pero simultáneamente se puede ser joven (categoría de edad), indígena (categoría étnica), etc. La intersección de diversas identidades nos advierten que para superar relaciones de injusticia y discriminación, tenemos que considerar la amplitud con que éstas se manifiestan en la práctica. Una persona puede vivir múltiples formas de discriminación, y por tanto su abordaje requiere analizar sus cruces y complejidades.

(Este concepto surge en el contexto de la discriminación racial, racismo y xenofobia y otras formas conexas de intolerancia.” En Faúndez, A. y Weinstein, M. Op. cit., 2012, p. 27.)

La igualdad de género se fundamenta en la no discriminación, la equivalencia humana y el reconocimiento de las diferencias. Mujeres, hombres y diversidad sexual son iguales en el sentido de que son humanamente equivalentes o equipolentes, es decir de igual valor humano.
La igualdad no significa que las mujeres, los hombres y diversidad sexual sean lo mismo, sino que las oportunidades, los derechos y las responsabilidades no dependen del sexo con que nacieron ni de su identidad sexual y de género. Todas las personas pueden gozar de los mismos derechos humanos, de los bienes que la sociedad valora, de las oportunidades, los recursos y los beneficios del desarrollo humano. Los criterios de visibilidad, reconocimiento, participación, acceso y control y representación nos ayudan a analizar cómo estos principios de igualdad se manifiestan en la práctica.

La justicia de género se expresa por medio de “la igualdad y las relaciones de
poder equilibradas entre las mujeres y los hombres, y la eliminación de los sistemas institucionales, culturales e interpersonales de privilegio y opresión que mantienen la discriminación." (Incluimos también la diversidad sexual.)
Finalmente, la igualdad y justicia de género nos permite trascender las diferencias culturales y religiosas bajo el principio de dignidad humana.

(Neuenfeldt, E. (Ed.). “Política de la FLM para la justicia de género.” Federación Luterana Mundial, 2014, p.39.)

Los roles de género han ubicado históricamente a las mujeres en una posición de exclusión y subordinación. En casi todas las áreas y campos, las variables sexo, orientación sexual, identidad y expresión de género explican diferencias significativas respecto al acceso a los recursos, a las estructuras de decisión y al disfrute de derechos y responsabilidades por parte de mujeres, hombres y diversidad sexual.